El general y expresidente Lázaro Cárdenas del Río es mejor conocido como el responsable de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938, episodio histórico que cambió el curso del país, dejando de ser una nación con proyección para convertirlo en una nación en vías de desarrollo. Además de la nacionalización del petróleo mexicano, Cardenas impulsó la creación del ejido con su reforma agraria, mejoró las condiciones laborales de millones de mexicanos e institucionalizó la consolidación de la política moderna de México.
Lázaro Cárdenas, nacido en Michoacán
Lázaro Cárdenas nació un 21 de mayo de 1895 en Jiquilpan Michoacán, hijo de Dámaso Cárdenas Pinedo y de Felícitas del Río Amezcua. En 1913, convencido de la causa revolucionaria, se enrola en las filas de Martín Castrejón, convirtiéndose en general a la temprana edad de veinticinco años. Su talento político y gran carisma con la gente, lo convirtieron en gobernador de Michoacán de 1928 a 1932. Demostró una visión integral respecto a todos los sectores productivos que conformaban al país, lo cual abrió le la puerta a la presidencia de la República, que ocupó a partir del 1ro de diciembre de 1934. Así consolidó su postura durante los primeros años en la silla presidencial, con la creación de la Confederación Nacional Campesina (CNC), así como la fundación de la Confederación de Trabajadores de México (CTN), los antecedentes que le permitieron reorganizar al Partido de la Revolución Mexicana, combatir y exiliar al general Plutarco Elías Calles, para ganar popularidad con los sectores campesino, obrero, popular y militar.
Ante la compleja situación de la ocupación en el país de empresas extranjeras extractoras de petróleo, a las cuales se les había permitido la explotación de la riqueza mineral, en particular de los hidrocarburos y sus derivados desde la época de Maximiliano de Habsburgo; Cárdenas presenta en la Carta Magna la Ley de expropiación en preparación a la inminente nacionalización de nuestros los petroleros mexicanos.
Para 1937, la Compañía Petrolera El Águila, filial de la Royal Dutch Shell extraía millones de barriles al año sin reportar sus ganancias reales al país, en varias ocasiones había incurrido en acciones engañosas para crear otras empresas fantasma con la finalidad de simular ingresos inferiores y evadir los pagos simbólicos de 20 centavos por cada tonelada de crudo succionado en sus pozos de la región del golfo al gobierno México, así como la negativa de mejorar las condiciones laborales de los millones de trabajadores en sus plantas. Otras empresas como la Standard Oil Company de New Jersey, Compañía Naviera San Cristóbal, Compañía Naviera San Ricardo, o la Sinclair Pierce Oil Company, entre muchas otras, operaban en el país generando ganancias multimillonarias, manteniendo a sus obreros en jornadas que superaban las ocho horas al día, en condiciones infrahumanas, violando así cualquier acuerdo internacional, sin mencionar las políticas fraudulentas que terminaban no aportando ganancia alguna a la nación mexicana. Lo anterior, naturalmente, derivó en huelgas y descontento popular. El presidente Lázaro Cárdenas trató de abrir canales de negociación tanto con los trabajadores como con las empresas; y ante la negativa de las empresas, Cárdenas del Río terminó por promulgar la Expropiación Petrolera un 18 de marzo de 1938.
Con la nacionalización del petróleo, México se apoderó legalmente de todas las instalaciones, bodegas, refinerías, embarcaciones, maquinarias, estaciones de distribución, oleoductos, así como de los canales de comercialización. El 7 de junio del mismo año, crea Petróleos Mexicanos (PEMEX), paraestatal a la cual concede todas las labores de exploración, explotación, refinación y comercialización del hidrocarburo mexicano.
El legado del General Lázaro Cárdenas posicionó a México como uno de los más importantes productores de petróleo en el mundo y la industria petrolera ha sido el trampolín para hacer crecer a México en muchos otros sectores productivos.