A los 30 años, Franklin capturó una imagen crucial, llamada “Foto 51”, que permitió revelar por primera vez la posible estructura del ADN, cuya forma seguía siendo desconocida hasta entonces.
Sin embargo, la científica británica, que falleció en 1958 a los 37 año, a causa de un cáncer de ovario. Nunca recibió el Premio Nobel, a diferencia de algunos de sus colegas, quienes lo recibieron cuatro años después de su muerte.
Franklin estudió química en la Universidad de Cambridge, luego trabajó en un laboratorio químico en el París de la posguerra, y en 1951 comenzó a laborar en el King’s College de Londres, como especialista en cristalografía de rayos X.
La cristalografía se ocupa de estudiar cómo los cristales se difractan, o se dispersan, generando patrones en placas fotográficas. Estos patrones sirven para vislumbrar las estructuras moleculares tridimensionales del objeto investigado.
Rosalind Franklin comenzó a experimentar con la difracción de rayos X para investigar la molécula de ADN, y en poco tiempo, junto con Raymond Gosling, un estudiante de doctorado que colaboraba con ella, capturó la célebre “Foto 51”.
Además de la famosa imagen, la Franklin también registró en sus cuadernos de laboratorio mediciones y observaciones meticulosas que resultaron fundamentales para el progreso de la investigación científica.
Por ejemplo, documentó las distancias relativas entre los elementos repetitivos de una molécula de ADN, y también hizo anotaciones que sugerían que el ADN estaba compuesto por dos partes iguales y complementarias.
Aunque trabajó de manera independiente y logró avances impresionantes en el estudio del ADN, Franklin se sentía cada vez más incómoda y aislada socialmente en el laboratorio del King’s College donde desarrollaba su trabajo.
¿La historia de los estudios del ADN es también la historia de un plagio?
“Como familia, yo creo que estábamos más al tanto de su infelicidad que de la importancia de su trabajo”, dijo.
Franklin se quejaba por ejemplo de que no le permitían acceder a la sala común de café y descanso del departamento por ser mujer. Es decir, que era excluida de todas las conversaciones informales en torno a las investigaciones que se realizaban en el laboratorio.
Además de la segregación por género, la joven científica enfrentó un conflicto personal, nunca logró llevarse bien con Maurice Wilkins, otro investigador del ADN que ya formaba parte del mismo departamento cuando ella llegó como especialista en cristalografía. Sus personalidades eran muy diferentes, y en lugar de colaborar, realizaron sus investigaciones de manera independiente, en un ambiente marcado por una cierta hostilidad entre ellos.
En otra ocasión, el carácter fuerte de Franklin se enfrentó a Jim Watson, otro investigador de la Universidad de Cambridge que también estudiaba la estructura del ADN, quien criticó su trabajo en una visita al laboratorio y fue expulsado por la científica de su área.
Poco tiempo después Rosalind decidió abandonar King’s College ante la presión de sus compañeros, sin saber que Maurice Wilkins, compartiría con Watson a escondidas los resultados de su investigación.
Así fue como la “Foto 51” y los cálculos realizados por la joven científica se convirtieron en la pieza clave que faltaba para que Watson y su compañero Francis Crick pudieran desarrollar su hipótesis sobre la estructura del ADN.
Gracias al trabajo de Franklin y sus propias contribuciones, los dos científicos de la Universidad de Cambridge lograron construir el primer modelo correcto de la molécula de ADN, basado en una doble hélice.
Las conclusiones de Crick y Watson fueron publicadas en 1953 en la revista Nature, en un estudio que se transformó en un hito para la ciencia, ya que cambió para siempre la comprensión de la biología.
En ese mismo número de la revista, se incluyeron otros dos estudios relevantes: uno de Maurice Wilkins y dos de sus colegas, y otro de Franklin y Gosling, el estudiante que la asistió en la obtención de la “Foto 51”.
Franklin murió de cáncer cinco años después, a los 37, sin llegar a saber hasta qué punto el trabajo de Crick y Watson había dependido de su investigación.
En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibieron el premio Nobel de Medicina por su investigación sobre la molécula del ADN. Ninguno de los dos reconoció la labor de Rosalind en sus discursos de aceptación.